¿Sabes lo que significa vivir desde el amor?
Cuando hablamos de categorizar las emociones, tendemos muchas veces a hacerlo de forma positiva o negativa.
Asociamos las emociones que más nos gusta sentir o, sobre todo, las que socialmente están mejor vistas y aceptadas, como emociones positivas, y las que no están muy aceptadas o validadas en el entorno, como emociones negativas.
Pues bien, déjame que te diga que no hay emociones positivas o negativas. Y de ser así, todas sería positivas, pues, la realidad es que todas cumplen una función, que, aunque a veces no sabemos distinguir, es muy necesaria.
A mi me gusta más hacer la distinción en ese caso entre emociones agradables y desagradables.
Hay emociones que nos son muy agradables de sentir, con las que nos sentiremos agusto y cómodas, y hay otras que no son tan agradables.
Pero lo que realmente le da el matiz a la emoción, como decía más arriba, no es que sea más o menos agradable, sino el mensaje que nos trae.
Abrirnos a escuchar este mensaje no siempre es fácil. No siempre sabemos hacerlo. O no siempre podemos verlo con tanta claridad. Pero ese abrirnos, es lo que marca la diferencia entre vivir desde el amor, o por el contrario, vivir desde el miedo.
Cuando hablamos de emociones, podemos hacer la distinción entre dos grandes: El amor y el miedo. Todas las demás son hijas de éstas dos, y, depende de esa apertura a escuchar ese mensaje, las estaremos viviendo desde el amor o desde el miedo.
El amor nos acerca a nosotras. A nuestra esencia. Nos conecta con lo que somos y con lo que necesitamos. Cuando vivimos desde el amor, es cuando somos capaces de apagar el ruido externo y conectar con lo que verdaderamente estamos sintiendo. Nos olvidamos del afuera. Dejamos a un lado las expectativas de los demás, o «lo que el mundo espera de nosotras», para sintonizar directamente con nuestras tripas.
Por contra, el miedo nos aleja de nosotras. El miedo nos hace poner el foco en lo externo, y nos desconecta de lo que realmente estamos sintiendo. Nos lleva a la complacencia, a cumplir mandatos y expectativas que no son nuestras.
Por eso, cuando se trata de emociones, sea agradable o desagradable lo que estamos sintiendo, vivirlas y sentirlas desde el amor significa permitírnoslas. Escuchar lo que venga. Dar espacio. Quedarnos un ratito con nuestra emoción y ver qué puede haber detrás de ella. Porque en la medida en que nos permitimos sentirlas, nos estamos permitiendo conectar con nosotras, por lo tanto, estamos poniendo el foco adentro.
Sin embargo, si tratamos de esconderlas, minimizarlas o taparlas porque nos resultan desagradables, las estamos viviendo desde el miedo, pues, eso significa que nos estamos desconectando de nosotras mismas, y quizás estamos poniendo el foco en «seguir como si nada pasase, como si nada sintiese».