A menudo es común escuchar el concepto de niña interior, o niña interior herida, pero realmente ¿a qué nos referimos cuando hablamos de niña interior?
A mi me gusta mucho hacer alusión a nuestra “parte niña”.
Esa parte que habita en nosotras y que está compuesta por el conjunto de experiencias y vivencias que tuvimos en nuestra infancia, tanto positivas como negativas.
Cuando piensas en una niña, ¿Qué te viene a la cabeza?
A mi, la niñez me evoca espontaneidad, disfrute, dulzura, juego, inocencia, emoción. Me evoca ESENCIA.
Nuestra niña interior nos conecta con nuestra esencia. Con esa parte más espontánea, impulsiva e incluso emocional.
Lo que ocurre es que, esa parte niña, no siempre ha sido escuchada, acompañada y validada como ha necesitado. En numerosas ocasiones ha podido sentir que algo en ella no estaba bien, que no encajaba o que tenía que cambiar. Y aquí, es cuando hablamos de niña interior herida.
Y es que, cuando un bebé llega al mundo, no tiene más remedio que adaptarse al entorno en el que le ha tocado vivir. A la familia de la que forma parte. Y a veces, hay una enorme distancia entre lo que esa niña necesita y lo que recibe, o entre sus necesidades y las de sus figuras de apego.
Pongamos un ejemplo: Si soy una niña que vive en una familia en la que ambos padres tienen que trabajar durante todo el día y pasamos mucho tiempo separados, puede que viva esa separación como un abandono.
Por lo que, a veces no es tanto lo que nos pasó sino, cómo lo vivimos.
En este ejemplo, desde la parte racional y desde la adulta, quizás puedo entender que mis padres quisieron darme lo mejor, y que para poder comer y pagar facturas, y darme un techo, tuvieran que trabajar, pero esto no quita la emoción que sentí de niña al necesitar tenerlos cerquita y presente, y no obtener eso.
Probablemente, me sentí muy enfadada y triste. Y estas emociones, al no ser nombradas, acompañadas, o validadas, se quedaron “bloqueadas” en mi.
Así es como se van formando lo que llamamos heridas de infancia.
Quizás de adulta, estas emociones que no he podido transitar, aparezcan de nuevo en otros escenarios diferentes, como por ejemplo en mis relaciones de pareja, volviendo a sentir abandono si mi pareja se aleja de mí, porque son situaciones que no han sido resueltas y sanadas.
Hay situaciones muy duras, de violencia o maltrato (siento mucho si es tu caso, te abrazo), donde esta niña interior herida puede verse de forma más evidente.
En este contexto, mi objetivo no es entrar al juicio de lo que necesitábamos y no obtuvimos, porque aunque, la realidad es que nuestra niña interior herida necesita poder expresar y transitar lo que un día sintió, es importante que pueda hacerlo en espacios seguros, donde pueda ser acompañada, como por ejemplo en terapia.