LA CULPA EN LA MATERNIDAD

Se me hace imposible hablar de maternidad sin hablar de culpa. Creo que esta emoción viene implícita de alguna manera en las madres, desde el minuto uno. Esto tiene que ver mucho con el papel que ha asumido la mujer en esta sociedad, y en concreto el papel que hemos asumido las madres, poniendo nuestros cuidados al servicio de nuestras criaturas y olvidándonos de nosotras mismas, porque “somos cuidadoras por naturaleza”, o así nos lo han hecho creer. En el momento que miramos nuestras necesidades y nos ponemos en el centro, podemos llegar a sentirnos etiquetadas de egoísta, y conectar con la culpa.

Así que las madres lo ponemos todo, el cuerpo y el alma, y, aun así, nos asalta la incertidumbre de si lo estaremos o no haciendo bien con nuestros hijos e hijas, de si estaremos cumpliendo como es debido el papel de madres, ante los ojos de los demás.

Porque la culpa, amiga, te desconecta de ti misma y te hace poner el foco fuera, sí, en los demás. En el qué dirán, qué pensarán, qué hablarán, y en el sí estaré mostrando aquello que el mundo quiere que muestre.

Cuando nos convertimos en madres, nos encontramos con un millón de manuales que explican cómo ejercer tu maternidad. Hay información por doquier sobre todos los temas que competen desde el embarazo hasta el parto, la lactancia, los primeros años de vida de tu hijo, su sueño, como dormir y como no, como comer, qué juguetes ofrecerle, y un largo etcétera. Manuales que hablan de lo que está bien y lo que no, de lo que debes hacer, de cómo hacerlo.

La información es poder, por supuesto, pero a veces nos perdemos entre tanto manual y nos olvidamos de que nuestro bebe no trae ningún libro de instrucciones, que lo único que necesita es a ti, conectada contigo y conectada con él, atendiendo tu instinto, tu intuición, tus entrañas.

Pero tendemos a poner el foco fuera, porque es lo que aprendimos, a movernos según la mirada de los demás, y entre tanto manual, nos perdemos en la madre que “deberíamos ser”, conectamos con la culpa porque no lo estamos haciendo bien, porque no nos sale como dice ese libro o ese curso que hicimos, y nos olvidamos así de la madre que YA SOMOS.

La culpa nos bloquea. Nos deja ancladas y paralizadas en esos “tengo que”, en esos “debería de”. Ponemos el foco fuera y no miramos adentro, a lo que nos nace hacer, a nuestro sentir, a nuestro instinto.

Y ante esa continua exigencia, nos encontramos con mucho malestar, frustración y rabia. Emociones que, en esa situación, nos cuesta gestionar, y que acabamos expresando muchas veces de una forma desproporcionada, en el momento menos oportuno, y con la persona menos indicada, que, en ocasiones, además, suelen ser nuestros hijos e hijas. Y vuelta a empezar, porque esto nos hace conectar de nuevo con muchísima culpa.

¿Te suena esta situación? Creo que la que más y la que menos, nos hemos visto envueltas en ella, castigándonos a nosotras mismas muchas veces por no saber o poder hacerlo de otra manera, con muchísima impotencia porque no podemos llevar a cabo la teoría que nos sabemos al dedillo.

Déjame decirte, que la maternidad no tiene libro de instrucciones. La maternidad es un hecho revolucionario que pone patas arriba tu mundo y te trae al presente todo lo que eres, con tus luces y con tus sombras. Por eso es vital que entendamos que, somos las madres que podemos ser, con nuestras mochilas cargadas, con nuestros defectos y virtudes y está bien así. Porque no podemos dar lo que no tenemos, por mucho que un libro nos explique cómo criar a nuestros hijos, si no nos sale, no nos sale.

La maternidad no va de poner el foco fuera, sino dentro. Cuando pongo el foco dentro, en mí, en qué puedo hacer yo, esa culpa que siento, se transforma en responsabilidad. No soy culpable, soy responsable de mí misma, de mi bienestar, del bienestar de mi hijo, y en base a esto, actúo. Cuando pongo el foco dentro, me estoy dando el espacio de mirarme, de tomar conciencia de lo que tengo y lo que soy, y desde ahí es desde donde puedo transformar. Desde ahí puedo hacer ese trabajo que me permite conectar con mi hijo y empezar a construir un vínculo sano, conectando primero conmigo misma.

Cuando pongo el foco dentro, me estoy colocando en la adulta que mi hijo necesita que sea, dispuesta a coger las riendas para poder, paso a paso, irme construyendo con amor, irme dando cuenta de lo que necesito y poder dármelo, porque solo así podré dárselo a él.

Cuando pongo el foco dentro, me olvido del afuera, de los “tengo que hacer”, de los “debería hacer”, y empiezo a conectar con el “elijo hacer”, con el “quiero hacer”, sabiendo que el camino no es una línea recta, que tiene curvas, piedras, subidas y bajadas, sabiendo que voy a equivocarme, que tengo todo el derecho del mundo a hacerlo, y que, si me equivoco, vuelvo a tener otra nueva oportunidad.

Cuando pongo el foco dentro, empiezo a acoger a la madre que YA SOY, y puedo anclarme a lo que SI DOY. Puedo anclarme a que también soy paciente y amorosa, a que también se resolver desde la calma, a que también hay mirada, presencia y escucha, también hay empatía, también hay juego. Y ese anclarme a mí misma, es lo que me va a permitir poder alivianar esa culpa, hacerme cargo de ella, poder transformarla en responsabilidad.

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1 comentario en “LA CULPA EN LA MATERNIDAD

  1. […] Ya sabemos que la culpa es una emoción que casi que nos viene de serie a las mujeres, y sobre todo a las madres. De ello te hablaba AQUI […]

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